Vamos a ver.
Una expresión coloquial, puerta del siguiente argumento.
Esa es una frase vacía de contenido desde hace unos pocos días.
De pronto, sin avisar, se me echó el telón, y cada día se apagan más luces, y se velan y topan más las transparencias,
No acabo de acostumbrarme.
Ahora, en vez de escribir, dicto lo que pienso.
Parece lo mismo, pero es otra disciplina.
Menos gráfica, más desordenada.
Y si no lo quieres ver …
Quizás es que no me cabía el mundo en los ojos.
Era demasiado.
Ahora, si miro, sueño ver vacío.
Es un aviso.
Agotamiento.
… Y me quedan tantas cosas por hacer, tantos planes, tantos amaneceres, tantos abrazos, …
P.D.
Decía mi padre hace más de cuarenta años:
– «estoy de lo mío»
– ¿Y que es lo tuyo, papá? Le preguntaba casi enojado.
-» Estoy avisado»
Cuarenta y pico años después sigue leyendo a diario su periódico, disfrutando de su fútbol y queriendo salir a hacer sus gestiones
¡Un genio!
Categoría: de cerca
Hablamos
Anoche hablamos.
Las heridas del pasado
dejan cicatrices siempre,
que impiden florecer el día.
No puedo prometer
lo que no voy a cumplir.
No quiero envejecer.
Junto a ti, quiero VIVIR
intensamente cada instante,
cada risa, cada lagrima,
emocionado.
Vivir a tu lado
crecer contigo, ser feliz.
Vengo de lejos,
desde hace tiempo.
No es pasajero,
ni capricho del viento.
Déjame conocerte,
descubrir cada momento
lo que te hace bien,
lo que te hace mal.
Déjame concederte
tus deseos.
Curar el alma,
ser tu eterno amigo,
el mejor sueño,
la mejor balada,
el verso
que nos dispara el pulso
de repente,
y siempre acaba feliz.
Muro
Intentando ayudar,
cayó con estrépito
un muro en la ventana,
impidiendo ver más
los atardeceres rojos,
anaranjados de esperanza.
Ya no veremos nunca
entrar la luna
en la noche de más calma,
No fue a propósito,
y se cerró súbitamente
delante de mi,
dejándome a oscuras.
Asustado, de un brinco,
acabé escondido
debajo del mueble
pegado a la pared,
esperando desaparecer.
Quiero que el silencio
y la oscuridad
sane esta herida,
cierre esa pequeña
distancia enorme.
Y me despierte
cada dia junto a tí.
Como hasta hoy,
como siempre soñé.
Quiero despegar
el vuelo, llegar
a casa, y regresar
en nada junto a ti,
mi hogar, mi lugar
donde respirar
el aire que me regalas,
los planes de viajar
directo a la felicidad.
Esa es la urgencia
de reponer de inmediato
la persiana del cielo,
esa puerta en la que miro
las estrellas, las nubes
que traen lagrimas
de lluvia tristeza,
amor delicadeza,
sueño de seda, que das.

Dulce abrazo
Cuando sientes que la ausencia es un castigo,
y la presencia una necesidad.
Cuando quieres que tus ojos sean testigo
habitual de su caminar.
Cuando luchas en la silenciosa calma,
decidiendo si morir o saltar.
Cuando sueltas en lo más profundo de tu alma,
los vínculos eternos de tu pasado.
No dudas ni un segundo que has llegado
a tu nuevo destino, corazón henchido.
Tan solo tú latido junto al mío,
en un abrazo dulce y largo,
convierten en feliz
el momento del día más amargo.
Ese en el que toca a su fin, sólo, a oscuras, soñando.
Latir
Es maravillosa la cadencia, la constancia y la persistencia de esos golpes secos que se producen en el pecho al latir un corazón.
Cuando esperas a tu bebé, y en la consulta te hacen escuchar ese golpeteo tan seguido del pequeño corazón queriendo salir, estremece.
Cuando siento el tambor del tuyo a compás, es el signo de la vida. Acelerado si te veo pasar. Calmado en la noche cuando voy a descansar, y con los ojos a punto de cerrarse, escucho atento su acompasado latir.
Música de vida. Latir ahí, junto a ti.
Protegido: Último capítulo
Desconocida. La pequeña historia de un descubrimiento
Ya no es luna llena.
Siempre es de día,
bajo un tul de justicia,
la sombra alargada
del desaliento.
Sólo en mitad del mar.
En la plaza repleta
de gente desconocida.
Todos hablan lenguas
desconocidas.
Distraído, gasto mi silencio
mirando con ojos de gato
pasar, sin cruzarse,
miradas desconocidas.
Y allí estabas tú.
Entre una multitud
... sólo tu.
Inevitablemente
Cuando estás aquí,
incrustada en mi vida,
vienes para quedarte
... y luego te vas.
Y durante los días,
que pasan volando,
mil risas intensas,
me haces tan feliz,
que inevitablemente
deseo entregarte todo,
y ser parte de ti.
Inevitablemente,
te extraño, te añoro.
Sonrojado miro tu asiento,
ahora vacío, y miento
si digo, llorando
...que inevitablemente.
Si digo llorando,
que inevitablemente,
mi vida es un suceso
donde tú eres el centro
de mi corazón, amor.
Frotar la lámpara
No creo en la suerte. Nunca la espero.
Esa, la suerte, es una explicación fácil y definitiva para cuando no sabemos las razones por las que nos pasan las cosas.
Pero pasan porque algo hacemos que provoca ese desenlace.
«La suerte es lo que ocurre cuando la preparación coincide con la oportunidad.» – Séneca
Y existe la tendencia de confundir suerte con azar.
Cuando ocurren cosas en las que no intervienes de ninguna manera, pero hay una probabilidad mínima de qué ocurran, estamos en el territorio del azar.
Con imaginación podemos llegar a la creencia de cuento, de que frotando la lampara maravillosa, aparecerá un genio dormido, bien humorado, que agradecido por el favor de despertarlo, nos concederá al menos tres deseos. Pero piensatelos bien, porque es un genio en darle la vuelta a tus deseos, y lo que querías que fuera una ventaja, lo transforma el malintencionado, mágicamente, en una condena.
La forma más segura y cierta de conseguir lo que quieres es luchar por ello, sin desanimarte.
La forma más cierta de ser feliz es mirarte a los ojos y verte sonreír.
… Así, sin lámpara.
La duda
Se que eres persona muy segura e independiente.
Tan independiente que parece que no necesitaras a nadie. Eso me gusta.
A veces dudo si necesitas que vaya a ti. Si realmente deseas compañía, o estás tan acostumbrada a hacer por ti sola, que invado tu espacio y te incomoda.
No sé si esto es un comienzo o una huida.
No debería, pero soy un mar de dudas.